A pesar del desconocimiento que sufre por parte del gran público, la decoración al fresco que diseñó Annibale Carracci en el Palazzo Farnese de Roma es una de las obras maestras de este género, comparable a los grandes ciclos de Rafael o Miguel Ángel. Encargada con motivo de las bodas entre Odardo Farnese y Marguerita Aldobrandini, el tema de la decoración es los amores de los dioses inspirado en buena parte en las Metamorfosis de Ovidio. El conjunto es un ejemplo brillante del estilo más puramente clásico de Annibale donde supo condensar todas sus enseñanzas previas, desde la escultura antigua hasta la pintura de los modernos, y supondrá un punto de partida para los grandes frescos del barroco decorativo.
Sin duda, Guido Reni fue el pintor más destacado de la escuela romano-boloñesa y una de las figuras más aclamadas de su tiempo. El Museo del Prado custodia esta obra maestra que es una buena muestra de su clasicismo: las anatomías vigorosas de los protagonistas, la distribución en friso de los personajes o ese uso de la luz y el color que permite centrar la atención en la historia que representa en primer término. Reni narra el mito de Hipomenes y Atalanta en el momento crucial de la carrera, cuando Hipomenes lanza la manzana de oro que le permitirá ganar a Atalanta y poder cumplir el deseo de tomarla como esposa. Aunque si nos fijamos en el gesto y el rostro del joven, ¿se podría decir que es el propio de un hombre enamorado?
En esta pintura Annibale nos enseña su otra cara, alejada del estilo apoteósico de su grandes ciclos decorativos o de la sensualidad de sus temas mitológicos. Aquí se nos muestra como un pintor mucho más suelto y personal, con una técnica más libre y abocetada, interesado por el estudio directo del natural. Incluso, se puede observar un cierto tono cómico en la imagen que la vincula al género de la caricatura, algo ya trabajado por Leonardo o la pintura flamenca. Frente al pintor sujeto a los formulismos de los grandes encargos, aquí aparece su faceta más moderna.