Obra realizada para culminar el retablo mayor del convento de Santo Domingo el Antiguo en Toledo. Dios Padre acoge a Su Hijo muerto protegidos por un cielo dorado que enmarca la aparición del Espíritu Santo, escena cargada de tensión. Influencia de Miguel Ángel en las figuras amplias y escultóricas, en la anatomía rotunda y monumental. La composición tomada de una estampa de Durero, pero eliminando casi todas las referencias a la Pasión y haciendo más tierna y emotiva la relación entre Padre e Hijo. Los colores toman como referencia la paleta veneciana y alusiones al manierismo romano. Pero también el estilo inconfundible del cretense: el dramatismo de las figuras de los ángeles llorosos, la figura torsionada y el magnífico escorzo del cuerpo de Jesús. Composición creada a partir de un torbellino de líneas y una contrastante gama cromática. Vibrante colorido con esos azules, rojo carmín, verde, morado y amarillo y la presencia de figuras muy alargadas, hacen una composición emblemática de la visión terrenal del drama religioso.
Refleja un suceso milagroso que acaeció en Toledo en el siglo XIV, con motivo del fallecimiento del Señor de Orgaz 1323, aparecieron San Agustín y San Esteban en el momento de su entierro para proceder a enterrarlo con sus propias manos. Dos niveles, uno terrenal y otro celestial. Desaparición de cualquier referencia espacial, con fondos indefinidos. En la parte inferior, con la misa de difuntos, colores cálidos y oscuros, aspecto horizontal, más detallado en su pincelada. Como telón de fondo del milagro aparecen retratos reales de miembros relevantes de la sociedad toledana, con sus característicos rostros alargados y expresiones de profunda espiritualidad. En la parte superior colores más fríos. El espacio ordenado en torno al triángulo que forman Cristo, La virgen y San Juan Bautista. Materializado de forma más vaporosa, pincelada más suelta. Un ángel en violenta torsión, sirve de nexo entre los dos ámbitos y transporta el alma del difunto hacia la gloria celestial. Se acentúa aún más la espiritualidad, figuras de canon muy alargado. Complejo y abigarrado cortejo de santos y patriarcas acompaña a los personajes más sagrados.
Pintada para el retablo mayor del Colegio de doña María de Córdoba y Aragón. Se representa la aparición del Espíritu Santo a la Virgen y los apóstoles transcurridos cincuenta días de la Resurrección de Jesucristo. La Virgen, sentada, preside la imagen y a su alrededor se agrupan los Apóstoles y la Magdalena. La luz procede de la paloma del Espíritu Santo, que desciende de unas alturas indefinidas. Una serie de llamas arden sobre las cabezas de los personajes y cada figura, a su vez, tiene forma llameante que acentúa el carácter simbólico de la obra. Es una luz fuerte y clara. Se suprime cualquier referencia espacial, dando protagonismo al sentido ascensional, a la agitación espiritual y a la revelación celestial. Alejado totalmente del canon clásico de belleza, alarga y estiliza las siluetas envueltas en amplios ropajes, con cabezas muy pequeñas pero extremadamente expresivas. Pincelada rápida y vibrante, aplicada mediante manchas. Paleta expresionista en la que destacan los colores básicos y sus complementarios-naranja, verde y violeta.